Luna azul (Los immortales) (Spanish Edition) - Softcover

Alyson Noel

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9780307741165: Luna azul (Los immortales) (Spanish Edition)

Softcover

ISBN 10: 0307741168 ISBN 13: 9780307741165

Publisher: Vintage Espanol, 2010

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La fascinante continuaci�n de Eternidad

Iniciada en el mundo oscuro y seductivo de los inmortales por su amado Damen, Ever est� aprendiendo todo lo que puede sobre sus nuevos poderes. Pero mientras que los poderes de Ever van aumentando, los de Damen empiezan a desvanecerse. Una enfermedad misteriosa amenaza a su memoria, su identidad y su vida.

Desesperada por salvar a su novio, Ever viaja hasta la dimensi�n m�stica de Summerland, donde descubrir� no s�lo los secretos del pasado de Damen —una historia atormentada y brutal que �l hab�a tratado de ocultar— sino tambi�n un texto antiguo que revela el funcionamiento del tiempo. Mientras tanto, la luna azul se est� acercando, marcando el �nico periodo en que Ever puede viajar, y Ever tendr� que decidir entre viajar al pasado y rescatar a su familia del accidente que les cost� la vida y quedarse en el presente para salvar a Damen.

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About the Author:

Alyson No�l es la autora de varios bestsellers n�mero uno de The New York Times y USA Today. Sus libros han ganado el National Reader’s Choice Award, entre otros premios y honores. Actualmente vive in California, mientras finaliza su serie de Los inmortales.

Cada hombre tiene su propio destino; el �nico imperativo es sequirlo y aceptarlo, sin importar ad�nde lo lleve.
—HENRY MILLER

Cap�tulo Uno

—Cierro los ojos e imag�nalo. �Lo ves?

Asiento con los ojos cerrados.

—Imag�nalo justo delante de ti. Visualiza su textura, su forma, su color... �Lo tienes?

Sonr�o mientras formo la imagen en mi cabeza.

—Vale. Ahora estira el brazo y t�calo. Palpa su contorno con la yema de los dedos, sop�salo en la palma de las manos, y luego combina las percepciones que recibes con todos los sentidos: la vista, el tacto, el olfato, el gusto... �Puedes saborearlo?

Me muerdo el labio para reprimir una risita tonta.

—Perfecto. Ahora comb�nalo todo con esa sensaci�n. Debes creer que existe y que est� justo delante de ti. Si�ntelo, m�ralo, t�calo, sabor�alo, ac�ptalo... �Dale forma! —me ordena �l.

Y lo hago. Hago todas esas cosas. Y cuando suelta un gru�ido, abro los ojos para verlo por m� misma.

—Ever...—Sacude la cabeza—. Se supone que deb�as pensar en un aguacate, y esto ni siquiera se le parece.

—No, no hay nada frutal en �l. —Me echo a re�r al ver a mis dos Damen: la r�plica que he hecho aparecer delante de m� y la versi�n de carne y hueso que est� a mi lado. Ambos tienen la misma estatura, son igual de morenos y tan incre�blemente guapos que no parecen reales.

—�Qu� voy a hacer contigo? —pregunta al aire el Damen real, que intenta lanzarme sin �sito una mirada reprobatoria. Sus ojos siempre lo traicionan: nunca reflejan otra cosa que no sea amor.

—Hum... —Paseo la mirada entre mis dos novios: el real y el que he conjurado—. Podr�as venir aqu� y darme un beso. Pero, si est�s mus ocupado, le pedir� a �l que lo haga; no creo que le importe. —Se�alo a la manfestaci�n de Damen, y me echo a re�r cuando lo veo sonre�r y gu�arme un ojo, aunque su contorno se est� desvaneciendo y pronto desaparecer�.

Sin embargo, el Damen real no se r�e. Se limita a negar con la cabeza antes de decirme:

—Ever, por favor... Tienes que ponerte seria. Hay muchas cosas que debo ense�arte.

—�Por qu� tanta prisa? —Ahueco la almohada y doy unos golpecitos con la mano en el espacio que hay a mi lado con la esperanza de que �l se aparte del escritorio y venga hasta m�—. Seg�n tengo entendido, si algo nos sobra es tiempo... —Sonr�o. Y cuando �l me mira, todo mi cuerpo comienza a arder y me quedo sin aliento. No puedo evitar preguntarme si alguna vez conseguir� acostumbrarme a su incre�ble belleza: esa piel suave y morena, el pelo casta�o y brillante, su rostro perfecto y su cuerpo escultural...El yin ideal para mi p�lido y rubio yang—. Vas a descubrir que soy una alumna muy aplicada —le digo mir�ndolo a los ojos: dos pozos oscuros de profundidades insondables.

—Eres insaciable —susurra, y sacude la cabeza con aire resignado mientras se acerca y se acurruca junto a m�.

—Solo intento recuperar el tiempo perdido —murmuro.

Siempre anhelo esos momentos, esos instantes en los que estamos a solas y no tengo que compartirlo con nadie m�s. Aunque s� que tenemos toda la eternidad por delante, no puedo evitar sentirme avariciosa.

Se inclina hacia delante para besarme, dando as� por terminada nuestra lecci�n. Todo pensamiento acerca de manifestaciones, visiones remotas, telepat�as... todos esos rollos ps�quicos han sido sustituidos por algo mucho m�s cercano mientras me aplasta contra la pila de almohadas y se echa encima de m�, entrelazando nuestros cuerpos como dos enredaderas que buscan el sol.

Sus dedos se cuelan por debajo de mi camiseta y se deslizan por mi abdomen en busca de mi sujetador. Cierro los ojos y le digo en un susurro:

—Te quiero. —Palabras que en cierta ocasi�n reprim� y que, despu�s de pronunciarlas por primera vez, apenas he dicho otra cosa.

Oigo su suave gru�ido mientras me desabrocha el sujetador con facilidad, con maestr�a, sin torpezas ni forcejeos.

Todos sus movimientos son tan elegantes, tan gr�ciles, tan perfectos, tan...

Quiz� demasiado perfectos.

—�Qu� pasa? —pregunta cuando lo aparto de un empuj�n. Tiene la respiraci�n agitada y sus ojos rodeados de piel suave y ters buscan los m�os.

—No pasa nada.

Me doy la vuelta para recolocarme la camiseta, contenta de haber aprendido bien la lecci�n sobre c�mo ocultar mis pensamientos, ya que eso es lo �nico que me permite mentir.

�l suspira y se aparta, neg�ndome el hormigueo que me provoca su tacto y el calor de su mirada mientras se pasea delante de m�. Y, cuando por fin se detiene y me observa, aprieto los labios: s� lo que viene a continuaci�n. Ya hemos pasado antes por esto.

—Ever, no trato de presionarte ni nada de eso. De verdad que no —dice con la expresi�n contra�da por la preocupaci�n—. Pero tendr�s que superarlo en alg�n momento y aceptarme como soy. Puedo hacer aparecer cualquier cosa que desees, enviarte im�genes y pensamientos telep�ticos simpre que estemos separados, llevarte a Summerland en un santiam�n. Pero no puedo cambiar el pasado. Las cosas son como son.

Clava la mirada en el suelo. Me siento diminuta y muy avergonzada. Detesto no ser capaz de ocultar mis celos e inseguridades; odio que sean tan evidentes y ostensibles. Porque da igual qu� tipo de escudo ps�quico cree; no sirve de nada. Damen ha tenido seiscientos a�os para estudiar el comportamiento humano (para estudiar mi comportamiento), y yo solo diecis�is.

—Es que... tienes que darme un poco m�s de tiempo para que pueda acostumbrarme a todo esto —le digo mientras jugueteo con la costura deshilachada de la funda de la almodhada—. Ha pasado muy poco tiempo. —Me encojo de hombros al recordar que hace apenas tres semanas mat� a su ex mujer, le dije que le quer�a y sell� mi destino inmortal.

�l me contempla con los labios apretados y la mirada incr�dula. Y, aunque solo nos separan unos cuantos pasos, la atm�sfera es tan tensa y cargada que parece que nos separe un oc�ano entero.

—Me refiero a esta vida —le aclaro con voz temblorosa al tiempo que me incorporo con la esperanza de llenar el vac�o y aligerar la tensi�n—. Y, puesto que no puedo recordar las otras vidas, es lo �nico que tengo. Solo necesito un poco m�s de tiempo, �vale?

Sonr�o con nerviosismo. Noto los labios torpes y entumecidos, y me esfuerzo por controlarlos. Dejo escapar un suspiro de alivio cuando se sienta a mi lado, lleva sus dedos hasta mi frente y acaricia el luggar donde estaba mi cicatriz.

—Bueno, eso es lo �nico que jam�s se nos acabar�.

Suspira y desliza los dedos por mi mand�bula mientras se inclina para besarme. Sus labios se detienen en me frente y en mi nariz antes de acercarse a mi boca.

Y just cuando creo que va a besarme de nuevo, me da un apret�n en la mano y se aparta. Se dirige a la puerta y se march de la habaitaci�n, no sin antes dejar un hermoso tulip�n rojo en el lugar que acaba de abandonar.

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