About the Author:
Gabriel García Márquez, nacido en Colombia, fue una de las figuras más importantes e influyentes de la literatura universal. Ganador del Premio Nobel de Literatura, fue además cuentista, ensayista, crítico cinematográfico, autor de guiones y, sobre todo, intelectual comprometido con los grandes problemas de nuestro tiempo, en primer término con los que afectaban a su amada Colombia y a Hispanoamérica en general. Máxima figura del realismo mágico, fue en definitiva el hacedor de uno de los mundos narrativos más densos de significados que ha dado la lengua española en el siglo xx. Entre sus obras más importantes se encuentran las novelas Cien años de soledad, El coronel no tiene quien le escriba, Crónica de una muerte anunciada, La mala hora, El general en su laberinto, El amor en los tiempos del cólera, Memoria de mis putas tristes, el libro de relatos Doce cuentos peregrinos, la primera parte de su autobiografía, Vivir para contarla, y sus discursos reunidos, Yo no vengo a decir un discurso. Falleció en 2014.
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Gabriel García Márquez was born in 1927 near Aracataca, Colombia. He was awarded the Nobel Prize in Literature in 1982. He is the author of One Hundred Years of Solitude, Love in the Time of Cholera, Living to Tell the Tale, among other works of fiction and nonfiction. He died in 2014.
Excerpt. © Reprinted by permission. All rights reserved.:
LA ACADEMIA DEL DEBER
Zipaquirá, Colombia, 17 de noviembre de 1944
Generalmente, en todos los actos sociales como éste, se designa una persona para que diga un discurso. Esa persona busca siempre el tema más apropiado y lo desarrolla ante los presentes. Yo no vengo a decir un discurso. He podido escoger para hoy el noble tema de la amistad. Pero ¿qué podría deciros de la amistad? Hubiera llenado unos cuantos pliegos con anécdotas y sentencias que al fin y al cabo no me hubieran conducido al fin deseado. Analizad cada uno de vosotros vuestros propios sentimientos, considerad uno por uno los motivos por los cuales sentís una preferencia incomparada por la persona en quien tenéis depositadas todas vuestras intimidades y entonces podréis saber la razón de este acto.
Toda esta serie de acontecimientos cotidianos que nos ha unido por medio de lazos irrompibles con este grupo de muchachos que hoy va a abrirse paso en la vida, eso es la amistad. Y es eso lo que yo os hubiera dicho en este día. Pero, repito, no vengo a decir un discurso; y sólo quiero nombraros jueces de conciencia en este proceso para luego invitaros a compartir con el estudiantado de este plantel el doloroso instante de una despedida.
Aquí están, listos para partir, Henry Sánchez, el simpático D’Artagnan del deporte, con sus tres mosqueteros Jorge Fajardo, Augusto Londoño y Hernando Rodríguez. Aquí están Rafael Cuenca y Nicolás Reyes, el uno como la sombra del otro. Aquí están Ricardo González, gran caballero del tubo de ensayos, y Alfredo García Romero, declarado individuo peligroso en el campo de todas las discusiones: juntos, ejemplares vidas de la amistad verdadera. Aquí están Julio Villafañe y Rodrigo Restrepo, miembros de nuestro parlamento y nuestro periodismo. Aquí, Miguel Ángel Lozano y Guillermo Rubio, apóstoles de la exactitud. Aquí, Humberto Jaimes y Manuel Arenas y Samuel Huertas y Ernesto Martínez, cónsules de la consagración y la buena voluntad. Aquí está Álvaro Nivia con su buen humor y con su inteligencia. Aquí están Jaime Fonseca y Héctor Cuéllar y Alfredo Aguirre, tres personas distintas y un solo ideal verdadero: el triunfo. Aquí, Carlos Aguirre y Carlos Alvarado, unidos por un mismo nombre y por el mismo deseo de ser orgullo de la patria. Aquí, Álvaro Baquero y Ramiro Cárdenas y Jaime Montoya, compañeros inseparables de los libros. Y, finalmente, aquí están Julio César Morales y Guillermo Sánchez, como dos columnas vivas que sostienen en sus hombros la responsabilidad de mis palabras, cuando yo digo que este grupo de muchachos está destinado a perdurar en los mejores daguerrotipos de Colombia. Todos ellos van en busca de la luz impulsados por un mismo ideal.
Ahora que habéis escuchado las cualidades de cada uno, voy a lanzar el fallo que vosotros como jueces de conciencia debéis considerar: en nombre del Liceo Nacional y de la sociedad, declaro a este grupo de jóvenes, con las palabras de Cicerón, miembrosde número de la academia del deber y ciudadanos dela inteligencia.
Honorable auditorio, ha terminado el proceso.
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