Sin duda Cinecittá se ha convertido en el símbolo del cine italiano, un espacio donde se plasmó la imaginación y el trabajo de la mayoría de los cineastas de ese origen, y donde se filmaron películas que marcaron a fuego el arte del siglo XX. Acaso por haber sido un ámbito en el que confluyeron potencia artística y personalidades singulares -tanto de directores, actores y actrices, como de técnicos y artesanos extraordinarios detrás del bastidor-, su riqueza cinematográfica reverbera hasta hoy. En este sentido, uno de los méritos no menores del apasionante recorrido que nos plantea Néstor Tirri en esta obra es el de no ceder a una mirada nostálgica y mistificadora de ese pasado glorioso, sino proponernos una lectura activa que repara en las grandes obras y en las figuras más destacadas, pero también en aspectos menos visibles, que van desde los avatares de la realización, las restricciones que impuso cada circunstancia histórica hasta los personajes menos conocidos aunque absolutamente indispensables en una industria compleja como la del cine. Los capítulos se desarrollan en general a partir de la figura de algún cineasta, o de algún aspecto relevante de su producción -las mujeres en el caso de Fellini, la ópera en Visconti, la ciudad como fondo de la obra de Scola, el personalismo en los filmes de Nanni Moretti-, o bien abordan un género y rastrean su desarrollo -tal es el caso de la commedia alla italiana o el neorrealismo más canónico-. El autor incursiona además en los últimos veinte años de cine italiano, proponiendo lecturas y campos de debate para una cinematografía que necesita más que nunca reformularse, debido precisamente al peso de su legado histórico. El libro se aventura también del otro lado del Atlántico: la Argentina, por los lazos de sangre que generó la inmigración y por la impronta cultural que ésta dejó, fue sin duda una de las plazas más ávidas, más amantes del cine italiano, lo que se
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