Extracto de la primera introducción:
'Colores sostenibles y formas no estandarizadas. Sobre la obra reciente de Sauerbruch Hutton
por Barry Bergdoll
Las formas no estandarizadas, las curvas complejas y los patrones autogenerados han proliferado en estos últimos años debido a la capacidad infinita de los ordenadores para generar formas nuevas, de una complejidad, aparentemente, sin precedentes, una proliferación que hasta ahora parece tan inmune a la debacle económica global como a menudo lo ha sido a los problemas reales de la arquitectura. En este campo hiperactivo de experimentación formal, el trabajo de Matthias Sauerbruch y Louisa Hutton, con sus llamativas plantas en forma de boomerang, sus abigarrados mosaicos de patrones de color y a menudo perímetros de formas libres, destaca más que nunca, puesto que se desarrolla desde antes del amanecer de la dominación digital y a partir de un crisol de ideas y valores muy diferentes. Mientras que el equipo germano-británico demuestra su preferencia por las formas libres --en referencia tanto a la tensión orgánica del movimiento moderno alemán, desde el Gut Garkau de Hugo Haring (1924-1925) hasta la Filarmónica de Berlín de Hans Scharoun (1956-1963), como a la tradición paisajística inglesa del siglo XVIII--, la suya no es una exhuberancia puramente formal --digital o referencia-- rellena de programa, urbanismo, experiencia o sistemas. Más bien se trata de entrelazar inextricablemente una exploración incesante de formas libres y lo que Hutton denomina familias de color con un gran rigor: un cuidadoso perfeccionamiento del programa, de creación de lugar, de unas aún más refi nadas investigaciones sobre diseño sostenible Todas estas cuestiones se moderan las unas a las otras afinando la inspiración para configurar edificios altamente funcionales. Cualquier tentación de incorporar a su vocabulario configuraciones y dispositivos de control climático sofisticados, siguiendo la tradición hi-tech de la arquitectura británica, en pleno apogeo cuando la pareja se conoció en la Architectural Association de Londres, es evitada en favor de una aproximación más delicada. Sin retórica, como dirían sus admiradísimos Smithsons.
Al contrario de gran parte del trabajo de los cautivados por los ordenadores como generadores de complejidad, el vocabulario arquitectónico de Sauerburch Hutton, ahora ya bien defi nido, se refi ere tanto a los usuarios de los edificios como a sus autores. El suyo es, sin embargo, un diálogo con los usuarios, donde el arquitecto ya no renuncia, como solía pasar en la década de 1970, a dotar al edificio de una forma singular. En sus últimos proyectos, las características, aunque jamás repetidas, líneas curvas pueden ser generadas por el viento (que se aprovecha a la vez que se evita en Fráncfort), para maximizar las vistas hacia el Rin entre dos edificios adyacentes (como ocurre en Colonia), para crear un sentimiento de comunidad a través de las inflexiones compositivas y de los colores enlazados (Dessau), o mediante las relaciones espaciales que promueven hábilmente el dialogo entre la privacidad y la interacción en un grupo (como en Sheffield). Cada nueva línea ha sido siempre moderada mediante una combinación de factores, ninguna repite otra encontrada anteriormente.
La curva no es el sine qua non de su arquitectura, ni tampoco el color, que tan a menudo frena la apreciación del atractivo trabajo del despacho en la piel exterior de su compleja superficie. El recientemente completado Museum Brandhorst en Múnich es un buen ejemplo de ello. En él, la geometría rectilínea logra proporcionar un nuevo sentido y extraer potencial del plan urbanístico heredado y de las limitaciones del programa del museo, al tiempo que el colorido envoltorio atiende a complejas funciones urbanísticas. El modesto revestimiento consigue casi los mismos resultados que los edifi cios más voluptuosos, a pesar de estar en un entorno menos privilegiado. Un contorno radical es siempre un punto de partida, pero antes de que los edificios de Sauerbruch Hutton adopten la forma definitiva que finalmente se construirá, se han tenido en cuenta muchos temas mediante audaces trazos, líneas serpenteantes, quebradas o incluso plegadas sobre sí mismas; el diagrama se ha convertido en una máquina compleja. Sin embargo, tanto dentro como fuera del edificio se mantiene de principio a fi n un compromiso con el universo sensorial de los futuros usuarios. Incluso la sencilla pero fundamental pregunta que plantean -- ¿qué forma tiene la sostenibilidad? -- es más compleja de lo que puede parecer en un principio.
La primera respuesta contundente llegó con la sede de GSW en la Kochstrasse de Berlín, la inesperada victoria del concurso, que hizo aterrizar a la pareja en el recién reunifi cado Berlín, con un discurso urbano proveniente del Londres de la década de 1980, adaptado a la particular situación post-muro (post-Wende en alemán) de la metrópoli Europea de los años de 1990. En 1991, tras casi una década de jugar con colores y formas libres de pequeña escala, ensayados en el patio de la AA, en la oficina de Londres de OMA (Sauerbruch), no en la de los Smithson (Hutton), y en reformas de interiores, su trabajo debía confrontarse con una situación sin precedentes: la repentina expansión del discurso de la nueva ciudad europea, para incluir no sólo el tejido y los discursos del Oeste, sino también los del Este. A tiro de piedra del Checkpoint Charlie, Sauerbruch Hutton aportaron colores brillantes y un inesperado collage de formas -un prisma cóncavo de muro cortina y un pequeño volumen de franjas verdes que vuelan sobre una base figurativa por donde los visitantes pueden transitar libremente- a la frontera ya eliminada de la Guerra Fría. ( )'
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